La Capacidad para Expandir y Alimentar la Conciencia
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La conciencia del hombre es, en cierto modo, como la Tierra en Primavera. Tiene el poder de impartir la vida a cualquier semilla que sea esparcida sobre sus entrañas por el hombre, el pájaro, el viento, o por cualquiera de los mensajeros de la naturaleza. La tierra no discrimina, notarán, sino que simplemente cumple su Propósito Divino al proveer el sustento y el alimento, mediante el cual la semilla llega a tener su valor plenamente exteriorizado.
De la misma manera la conciencia del hombre tiene la capacidad para expandir y alimentar lo que ésta plantó dentro desde el reino de ideación, sea del sembrador sabio de una cosecha que será benéfica, o mediante la diseminación al azar de las semillas impuras e imperfectas.
Dentro del reino de la conciencia llega una idea, y la conciencia inmediatamente comienza a germinar y expandir la plenitud de esa idea. Es de ese modo que los centros creadores que forman el poder más grande de la humanidad, están constantemente alimentando eso que accidentalmente se ha sembrado en sus campos.
El agricultor que trata de producir una cosecha que sea benéfica para su familia y su vecindad es mucho más cuidadoso con lo que siembra dentro de su campo que el hombre o mujer más inteligente que acepte dentro de la conciencia a través de cualquiera de los medios de la visión, audición, etc.
Semillas que deben, por naturaleza de su propia conciencia, vivir y florecer en su vida; porque la conciencia no puede discriminar, sino que es el Espíritu, el alma y el individuo que es el director y creador de la conciencia quien PUEDE, DEBE, Y DESEARÁ algún día, comprendiendo los poderes creadores que trabajan siempre dentro de él mismo, proteger el reino de su conciencia y poner en movimiento UNICAMENTE aquello que cultive EL BIEN.
Libro: Conciencia Divina, LAINEC