APRENDAN LA LEY DE OBEDIENCIA DE LOS ELEMENTALES
LA AMADA KWAN YIN:
El Puente, julio 1964
Limpien sus hogares de los desechos que todavía estén alojados lejos en los rincones! ¡Ustedes han estado de acuerdo con la asignación de llevar la Bandera del Maestro Ascendido Saint Germain! ¡Para hacerlo efectivamente así, deben ser la manifestación de Perfección en este mundo de la forma, no en una medida a medias!
No se desconcierten con su estado actual de los asuntos, pero SEPAN que el empleo de la Llama de la Transmutación – la cual es libre para todo el que tome cuidado de aceptarla – puede y hará Su trabajo perfecto.
En algunos casos el proceso de limpieza completa requiere la acción de un soplete. ¡Muy bien, no requieren tener que usar más del elemento del agua y otras sustancias para limpiar a fondo una acumulación de lodo al que ha sido permitido secarse y aterronarse como un sólido!
Se ha dicho, y correctamente, que el primer sentimiento de la Llama Violeta cuando se le llama a la acción es de gratitud. ¡Ponderen la gratitud de los elementos aprisionados de sus vehículos cuando ustedes DECIDEN remover la vestidura pardusca de imperfección y permiten que la Luz que está en cada célula y átomo resplandezca!
Cuando cualquier miembro o parte de su vehículo está dañado, oh, como estos pequeños seres cooperan para restaurar la carne herida.
Aprendan la Ley de Obediencia de ellos, tan fielmente llevada a cabo y alívienlos de las vestiduras pesadas que han sido impuestas sobre ellos.
Mi gratitud profunda y duradera, y la de la Llama Violeta de la Transmutación, Misericordia y Compasión para ustedes, para cada hermoso ser, llegando a la flor completa magnificente en el Jardín de los Dioses, y puedan ustedes pronto conocer la fragancia que emana desde sus seres a medida que tome lugar el proceso de desarrollo – y que les aseguro está tomando lugar mas rápidamente de lo que se dan cuenta, y es una de las razones por la que he tomado esta oportunidad para estimularles a continuar en este Proceso Espiritual.
La Amada Kwan Yin
La Palabra, mayo 1999 -extractos-