El Hombre Determina Su Estado de Conciencia
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Las cosas en las cuales nosotros pensamos durante las horas de vigilia, y la forma cómo sentimos acerca de la vida y de nuestros amigos, asociaciones y experiencias, determina nuestro estado de conciencia. Lo que permitamos que sobre nuestras mentes more durante el tiempo que nuestros cuerpos físicos estén ocupados en las tareas del diario vivir, realmente expresará nuestra escogencia de asociación.
Estas formas de pensamiento y sentimiento atraen hacia nosotros experiencias similares a ellas, igual como en el mundo externo, los perros atraen perros, los gatos atraen gatos, los niños atraen niños, y los hombres y mujeres jóvenes gravitan hacia aquellos de sus propios intereses y edades. Así hacen las formas pensamiento de la enfermedad o la salud, la depresión o la opulencia, que atraen invisibles pero potentes asociados desde el mundo externo que establecen su residencia y viven dentro del mundo de experiencia del hombre.
Por lo tanto, una de las cosas más peligrosas es entretener o invitar a algún pensamiento o sentimiento de depresión, pobreza y temor, etc., porque a través de ellos, atraemos muchas, muchas formas transitorias de la misma acción vibratoria, y al igual que los mariscos se establecen sobre el lado de un bote, uno por uno, así hacen estas formas de pensamientos y sentimientos que se incrementan dentro de la conciencia hasta que forman un peso–pesado que hunde a la corriente de vida dentro de la expresión externa de temor interno.
Es la vieja historia de aquella manzana podrida en el barril, y esta es la actividad más desafortunada que llegó a ser un gran impedimento para el progreso de la gente seria, cuyas almas son puras, y cuya naturaleza está limpia, pero no comprendiendo la necesidad de controlar la conciencia a través del rechazo y repudio de los malos pensamientos y sentimientos, llegan a estar abrumados por la depresión y la imperfección que no son de su propia creación, pero que fluyen sin ser clamadas a través de la masa de la mente y son absorbidas por cualquier corriente de vida que entretiene una vibración similar aunque sea por un instante.
Estas formas de pensamiento y sentimiento no reclamadas de pobreza, enfermedad, depresión, agotamiento, etc., son el fruto de las mentes y sentimientos de la raza, y han sido descargados por muchas centurias. Algunas veces se aferran a la corriente de vida que las ha generado, y ellas permanecen en la atmósfera inferior de la Tierra.
Cuando los individuos hacen la transición al final de su encarnación, estas formas de pensamientos están sin dueño y sin reclamar, en su mayor parte; y como en todas partes del espacio o similar atrae lo similar, cuando ellas encuentran una vibración similar a la suya, se agrupan allí y es esta la sustancia a la que Nosotros nos referimos como efluvia psíquica y astral en la que la humanidad se mueve y en la cual ellos son constantemente víctimas.
Libro: Conciencia Divina, LAINEC