LA SEMILLA DE TODA PRECIPITACIÓN ES EL AMOR DIVINO

EL AMADO SEÑOR LANTO:

Jackson, Wyoming
22 de septiembre de 1980

Gloriosas células desde el Corazón del Infinito, les saludo en reverencia por la gloriosa Luz que pulsa en sus corazones.

Hay una faceta acerca de la cual deseo hablar. Esta es la Precipitación. Cuando están precipitando de manera adecuada, es para la Bendición de toda Vida.

Oímos exclamaciones de “yo quiero esto”, “debo tener aquello”, ”si tuviera bastante dinero haría esto, compraría aquello”. Oh! Mi Dios esto pasa una y otra vez como un disco rayado.

Pero, SI sólo pudiésemos tener el soporte Espiritual continuo de Nuestros benditos chelas no habría ninguna necesidad de intercambio monetario.

Ciertamente, si Nosotros lo deseáramos precipitaríamos un Templo para ustedes, pero ¿qué mérito tendría esto?

Todos han oído en este mundo físico el dicho que “el hombre trabaja con el sudor de su frente” ¿Por qué? Debido a la entidad de la masa del trabajo!

No hay tal cosa como trabajo en el Corazón del Infinito. La semilla de toda Precipitación es el Amor Divino, y el Amor Divino es la Reverencia por la Fuente!

Ustedes ven que durante muchos años hemos hablado del Gran Tetón como Reverencia por la Vida y Precipitación. ¿Ahora no entienden el por qué? Creo que sí.

No se preocupen si en el momento presente no tienen todas las cosas de la vida, que sus corazones desean. Sólo continúen, miren a los demás compañeros y digan “Saludo con profunda reverencia la Vida que pulsa en su corazón”, porque el Gran Corazón está compuesto de las células que ustedes son y algunas veces es penoso ver a algunos chelas decir algo que no es totalmente positivo acerca de otro.

Recordemos que no sólo se unen a la vibración negativa que han enviado fuera, sino que están profanando en mente, pensamiento, y sentimiento, la Sagrada Esencia de la Divinidad.

Hijos de la Luz. . . Mis hermanos y hermanas, estoy tan profunda, profundamente agradecido por su presencia con Nosotros, y Yo saludo la Luz que ustedes son! Gracias.

El Amado Señor Lanto
Instructor Mundial

La Palabra, diciembre 1980 -extracto-

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