La Gran Conciencia

Conciencia Divina edit

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La expansión de la conciencia es realmente el incremento del estado consciente del individuo y la Llama inteligente evolucionando que Nosotros designamos como la individualidad. Toda Verdad AHORA ES Y SIEMPRE SERA, y la buena voluntad de la inteligencia auto consciente para percibir esa Verdad, determina su estado de conciencia y evolución.

El infante al nacer no está consciente del Universo dentro del cual ha sido precipitado, ni de los individuos que son responsables de su cuidado, sustento y protección; pero gradualmente la percepción consciente de la forma y la personalidad se desarrollan desde dentro de él. Nadie puede describir el encanto de los padres,  cuando el niño por primera vez se hace consciente de esos padres, como individuo hacia el cual fluyen ciertas sustancias enternecedoras de amor y afecto.

Este momento de percepción es compartido por el infante y los padres, e igualmente por el guardián, y gradualmente la percepción del niño incrementa la suma total de la realidad y la imaginación del cual él está consciente, hasta que, cuando ha logrado la mayoría de edad, su conciencia ha aceptado y digerido una bella parte del conocimiento intelectual del momento en el cual escogió encarnar.

El gran estudio,  mediante el cual la humanidad es elevada a un conocimiento de la Verdad de Dios en el Universo y de su conciencia expandida, descansa, para la mayoría, en la dirección de los Maestros Ascendidos, Quienes, mediante visitas, la radiación y la instrucción, tratan de hacer que la corriente de vida inteligente perciba y llegue a estar consciente de una más grande y mayor visión de la Verdad Espiritual. El punto de reconocimiento y percepción despierta  las cuerdas en la naturaleza de sentimiento y da por resultado una conciencia elevada que aquellos en el Oriente llaman la Iluminación.

Así como  todo lo del Universo y su gente existió antes que el niño conociese su presencia, así también toda la Verdad persiste y existe, y este es un gradual desenvolvimiento del individuo para percibir, reconocer y llegar a estar consciente de este estado de la conciencia elevada hacia dentro del cual Nosotros dirigimos Nuestros esfuerzos, Nuestro Amor, Nuestra Luz y Nuestra Voluntad. Permitan que todos sus estudios sean seguidos por la contemplación para que sus almas y espíritus pueden percibir las Verdades expuestas.

Y ahora, a medida que regresamos nuevamente hacia dentro del Corazón del Cristo Cósmico, voy a atraer todos sus vehcia Mí, sus Llamas de Pensamiento, sus Llamas de Sentimiento, sus Llamas Emocionales, y esa bella y fuerte Llama que pulsa en sus corazones. Las sostendré allí dentro del corazón de la gran Paz de la quietud Solar y allí ellas se unirán con la Fuente Universal, y el Río de la Sustancia siempre incrementándose en esplendor y belleza, alimentará sus recipientes y hará de ellos brillantes caras de diamante de la Voluntad de Dios.

Están en el momento de gran expectación, a medida que han comenzado a observar, reconocer y llegar a estar conscientes de estas Fuerzas Divinas de las cuales les he hablado. Si no fuera así, no se los habría dicho, y no hubiese venido desde los Reinos concebidos más allá del poder de la mente mortal, pero aún en sus conciencias humanas, hay una aceptación y reconocimiento de que tal Belleza y Perfección debe ser, y que un Dios de Todo – Bien y de Toda – Gracia, no haría esos Reinos para unos pocos escogidos. Ellos existen AHORA, para TODOS, y aún en medio de sus limitaciones presentes; ellos viven para USTEDES – no en un futuro distante – sino en el momento en que abran sus ojos y VEAN.

Después del nacimiento del infante, pasa un tiempo durante el cual la vista no está focalizada, como ustedes lo saben y aunque la Luz del Sol está allí, como está la forma de los padres o el guardián, él no los ve a ellos. Entonces llega ese Momento Cósmico cuando los ojos se abren y la vista conferida sobre la forma humana.

Ustedes están en tal Momento AHORA, y la alegría VIVE; la paz EXISTE y Muy abundante y la Salud Vital ES, pero ustedes deben abrir sus corazones y ojos para ver, y, yo no descansaré hasta que el Ímpetu de Mi Fuerza y la Luz estén tan resplandecientes alrededor de ustedes que no puedan rechazar Su Presencia.

Libro: Conciencia Divina, INEC

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