MAGNIFICANDO EL PODER DE DIOS PARA CURAR

LA AMADA MADRE MARIA

El Puente, abril 1958

Benditos y amados seres, ustedes son Mis hijos!

A medida que atraemos aquí y hacia la atmósfera de la Tierra la radiación de curación desde el corazón de Mi Amado Jesús y desde el Mío Propio, por favor escucharán y sentirán (aún cuando sólo por este corto tiempo) que ustedes realmente son Mis hijos?

¡Por favor sientan que cada problema y cada condición que sea menor que la perfección en su mundo puede y será fundida mientras estemos aquí juntos este día – si justamente la sueltan!

¡Suéltenla con sus sentimientos! ¡Entremos en ese sentimiento estrecho, amigable – no sólo a tra­vés de la memoria que he despertado dentro de algunos de uste­des de vez en cuando de épocas que se han ido antes, cuando to­dos Nos conocimos entre sí muy bien.

¡Vamos aprender y a usar prácticamente la gran Verdad Divina de que nuestras almas pueden magnificar las apariencias de aflicción, que parecen muy reales para nosotros al mantener nuestra atención sobre ellas – creyendo en su realidad y permi­tiendo de ese modo que ellas permanezcan y se incrementen mediante la alimentación de nuestra propia vida a ellas o, nues­tras almas pueden magnificar la bondad Divina aquí y ahora mismo!

Les pido aceptar y sentir una transfusión real de Mis energías hacia su mundo para que puedan más fácilmente magnificar el poder del Señor – de Dios – dentro de sus corazones; dentro de los corazones de todos los que mantienen cerca y que­ridos; dentro de los corazones de toda la humanidad en aflicción hoy – hasta que ese tremendo ímpetu se haya expandido y liberado los poderes Divinos dentro de cada uno de tales seres y, toda cosa que sea menor que la perfección sea transmutada en Luz AHORA!

¡Vengan! ¡Hijos de Mi corazón! ¡Amados de Mi corazón! ¡Amigos de las Edades! ¡Magnifiquemos EL PODER DE DIOS PARA CURAR; PARA DARLES PAZ Y TRANQUILIDAD Y ARMONÍA! ¡VENGAN! Amados seres! ¡POR FAVOR SUELTEN! ¡SUELTEN! ¡SUELTEN! esas apariencias que les han enredado en miedo y aflicción, y permitan que su conciencia se eleve con­migo hacia la presencia de Mi Padre y suyo; de Mi Madre y suya – para sentir allí la UNIDAD entre los padres Dioses y su propia vida!

¡Oh, preciosos seres – especialmente aquellos de ustedes que han servido por mucho tiempo con la gente de la Tierra -ACEPTEN ESTE DÍA LA GRACIA CURATIVA QUE ES MI GRAN ALEGRÍA Y HONOR DIRIGIR HACIA LA TIERRA! ¡DÉ­JENLA MANIFESTARSE PRÁCTICAMENTE PARA USTEDES AHORA!

Acepten la Presencia aquí con ustedes (y todo el que lea estas palabras) de los Grandes Ángeles de las Legiones de Rafael y los Poderosos Ángeles desde Mi Propio Templo, que estoy enviándoles a su atmósfera y hogares este día. ¿Por favor, permitirán a esos Ángeles SER UN PODER SOSTENEDOR de la Gracia que soy y que ahora inundo en sus mundos?

Amados seres, no necesitan descender desde la Gracia cuando una vez han sido elevados hacia las vibraciones superio­res de Nuestra conciencia mediante su atención sobre Nosotros.

¡Cuando les envolvemos con la esencia real del amor de Nuestros corazones; cuando los Ángeles se entremezclan con sus precio­sos seres y sus auras se llenan de los colores vibrantes de Nuestras energías radiantes que son del Cielo, todo esto puede ser sostenido por ustedes! ¡ACEPTEN ESO!

¡Acepten que ya no necesitan regresar a las condiciones de aflicción y limitación que han sido sus experien­cias pasadas y recientes sino que, de ahora en adelante, si lo aceptan como posible para ustedes, pueden permanecer en este estado de Gracia, Armonía, Curación y Paz!

¡Ahora, Mis hijos, ¡SUELTEN! ¡SUELTEN! ¡SUELTEN! las apariencias de carencia, de salud enferma y apariencias discor­dantes de cualquier tipo que estén perturbándoles!

De ahora en adelante, VIVAN EN LA ACEPTACION DE PERFECCIÓN AHORA HECHA MANIFIESTA.

¡Siempre sepan que, como su Madre, es­toy tan disponible para ustedes con Mi ayuda de curación como lo está la Madre sobre la Tierra más amorosa – aún más, porque MI CONCIENCIA ES TODA ENVOLVENTE!

¡Puedo escuchar las llamadas a «María» viniendo desde su corazón, a pesar de que tal llamada sea inaudible para los oídos humanos!

La Madre María

La Palabra, abril 1995

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